Cuando Cordera se sacó sus atavíos de cacique, nos abrió la puerta del camarín y charló con nosotros, bastante de todo y un poco de nada.
Es inevitable hacerte ésta pregunta, ya que vos sos el emblema de una banda como lo fue la Bersuit, ¿cómo te resultó el desprendimiento? ¿hay algún conflicto o culpa con respecto a la carrera de tus compañeros?
No, lo viví con dolor. Dolor como en todo desprendimiento, pero con la aceptación de saber que cuando las cosas se terminan tenemos que saber dejarlas ir. Como cuando muere alguien, nos resistimos en un principio, pero está bueno dejarlas ir porque toda disolución trae como consecuencia una posibilidad, y es lo que pasó, y no hace falta que lo explique. Contundente. Claro. Y definitivo. Cordera está suelto y aunque no reniega de su pasado, celebra mucho más su presente. Y por las dudas así te lo canta en La Retirada: “La retirada marca el fin de una ilusión, y el comienzo de un nuevo sol.”
¿Cómo te llevás con la postura del roquero?
La miro con cariño porque es una energía que tiene mucho que ver con la adolescencia, tiene mucho que ver con el niño que está entrando a la adolescencia, y muchas veces tiene que ver también con la postergación de la adolescencia, pero para mi la evolución es más importante que la pose, y para mi en este momento sentir la vida y sentir la música como la siento, y estar aferrado a una ideología que ya no me pertenece es ser un careta y nunca fui un careta; siempre viví las cosas como las sentí, como las viví y hoy pienso que el océano de la música es mucho más grande y profundo que un género en particular, como digo el rock digo cualquier género en particular.
Lo viví con dolor. Dolor como en todo desprendimiento, pero con la aceptación de saber que cuando las cosas se terminan tenemos que saber dejarlas ir
¿Creés que el ser roquero tiene una génesis en particular?
Me parece que es una construcción que cuando empieza a hacernos daño, cuando empieza a entrar en decadencia por un montón de episodios que ya conocemos, está bueno empezar a revisarla y quedarnos con aquello que genera vida y vitalidad, y dejar ir aquello que genera muerte, confusión y oscuridad. Hoy leí algo que me emocionó muchísimo referente a la poesía, a la palabra escrita y a la música: la poesía le anuncia a la noche la llegada del alba. Y creo que la música debe anunciarle al rock la llegada del corazón.
El pelado es un tipo intenso, visceral y generoso en el escenario. Puede no gustarte el rock fusionado con ritmos latinoamericanos que hace, pero es casi imposible no sentirse seducido por la comunión ritual que se vive en cada uno de sus shows, es por eso que se ha transformado en un artista de culto del rock argentino, le guste a quien le guste. O a lo mejor será como él dice en No Hay Mounstros Invencibles: “No hay quien cante esas canciones que nadie quiere escuchar”.
Sos muy ecléctico en cuanto a ritmos, ¿te proponés estar ahí o te salen solos?
Ustedes vieron lo que pasó recién en la improvisación, es lo que estamos haciendo en todos los conciertos con el bis. Los comenzamos con una canción nueva y los cerramos con una que tiene que ver con el lugar y la gente. Hoy no aconteció que la gente haya improvisado, pero en el concierto anterior que dimos hubo tres o cuatro del público que generaron letra y música, melodías, estribillos y el propósito de esta improvisación es disolver esa barrera que hay entre el escenario y la gente, como ocurrió siempre. La música es un rito colectivo, en todas las tribus y en todas las culturas de milenios, desde que el hombre existe, se ha hecho música, improvisación y baile. En algún momento de la humanidad esto pasó a ser un negocio, comenzó a existir una diferencia entre el escenario y el público. Empezaron a separarse las cosas de manera tal que muchos creen que no pueden cantar o hacer música y lo que pretendemos es hacer real lo que está en nosotros.
Cordera se la juega y por eso preguntamos. Podés no estar de acuerdo con él, pero ¿qué es un hombre sin sus ideas y utopías? Y él las tiene y las defiende, y se aferra a ellas para que el cuento de la estrella de rock no lo maree. Y si no ¿por qué te creés que nos cantó en Se Cae: “Qué todo lo que se tiene, no tiene ningún valor”?
¿Creés que la música latinoamericana recupera el espacio porque viene acompañada de un proceso político regional o porque es una tendencia del mercado?
No, los procesos políticos siempre están muy por detrás de la gente, cuando se instala un proceso político es un sueño viejo, en desuso. Hoy la ambición y la ideología política de este gobierno es instalar cosas que en otras partes del mundo se están tratando de sacar de encima como por ejemplo las minas a cielo abierto, la sojización, la exterminación de los pueblos originarios, la violación de los espacios sagrados del ser humano, como lo son las montañas que están siendo ofendidas con un propósito de sostener algo que ya es insostenible, llenando las arcas de oro de las reservas federales de los países que no saben cómo sostener lo que inventaron. Lamentablemente los ciclos políticos reinantes se valen de esa necesidad para llenar sus arcas y dejar regiones enteras en estado de preocupación.
Acá en Argentina la cumbia está volviendo a tomar un espacio importante a través de músicos que no estaban ligados directamente con su ambiente. ¿Considerás que la música latinoamericana está resurgiendo y se está metiendo dentro otros géneros musicales que la transmiten, como por ejemplo el rock?
La cumbia fue condenada por ser un mestizaje del mundo indio nativo y del mundo negro. Imaginate que siempre hubo tabú contra lo indígena y contra el mundo negro y la cumbia es la unión de esos dos mundos, de la tierra con lo espiritual. Por eso fue tan denostada inclusive por el rock que en un punto comenzó siendo un enemigo del sistema y terminó siendo el peor alimento.
Cordera te desafía y te invita a pensar con él. Y todo te lo dice de manera circunspecta, mirándote a los ojos y cuando te mira te das cuenta de que esos tremendos ojos celestes son un mundo aparte. Son su mundo aparte. Y que si querés, él te hace un lugar y te podés quedar a vivir ahí, lo único que tenés que hacer es sacudirte los prejuicios, no tenerle miedo al ridículo y permitirte jugar.
La puerta del camarín se cierra y el Pelado se va a firmar autógrafos y sacarse fotos con sus seguidores, mientras nosotros nos quedamos tarareando: “No es que sea viejo, es que tengo a mi niño preso...”